La oferta de yogures en los supermercados y tiendas de alimentación es tan amplia, que muchas veces no sabemos cuál nos beneficia más. De hecho, la pregunta que debería asaltarnos es ¿realmente hay alguno con unas propiedades superiores, o es solo marketing? En este post vamos a enfrentar dos de las alternativas más consumidas: el yogur natural “de toda la vida”, y el yogur de soja.
La primera diferencia evidente es que mientras uno es un derivado de la leche, el segundo es un derivado de la soja que imita las propiedades físicas de un yogurt. Por tanto, se deduce que el yogurt de soja es un alimento con un alto nivel de procesado. Esto convierte a los yogures de soja en “falsos” yogures realizados a partir de bebidas de soja, fermentados con bacterias similares a las de los yogures naturales. Lo importante de todo esto, es que no llegan a ser fermentos activos y saludables para la flora bacteriana. Al ser un derivado de la soja no contiene las misma propiedades que la legumbre de soja, y por lo tanto los efectos beneficiosos de la soja, ya sean para la menopausia, huesos, sofocos, etc., no resultan ser igual de beneficiosos que si tomas la legumbre de soja sin procesar.
La ventaja que un yogur de soja presenta frente a uno natural es que todos aquellos que sean intolerantes a la lactosa pueden consumirlos sin problema, ya que además que tienen un menor coste que los yogures naturales sin lactosa.
Pero si lo que quieres es fortalecer tu flora bacteriana y mantener un sistema inmunitario fuerte, nuestra recomendación es que elijas el yogur natural, pues cuenta con una serie de bacterias beneficiosas para tu flora intestinal. ¡Eso sí, sin edulcorantes, y con la menor cantidad de azúcar posible!