Existen diferentes investigaciones realizadas a niños canadienses, chilenos, griegos… donde la conclusión es siempre la misma: llevar una alimentación saludable mejora el rendimiento escolar de los más pequeños.
Los que mejores resultados obtuvieron a nivel académico eran aquellos cuya ingesta diaria se basaba en vegetales, frutos secos, aceite de oliva, legumbres, carnes y pescados no procesados, cereales, etc., y por contrario muy baja o sin refrescos azucarados, bollería, snacks salados, comidas precocinadas, etc.
La alimentación es una parte muy importante, pero en ocasiones la parte psicológica también es necesaria para obtener mejores resultados. Y es que hay que aprender desde muy pequeños a relacionarse con los alimentos de la manera más sana, y puede ser justamente en esta época cuando de fruto una mala relación con los alimentos, marcando de por vida nuestro comportamiento con la comida.
Es un trabajo de equipo, entre nutricionistas y psicólogos, utilizar diferentes herramientas para profundizar en esta relación y en el autoconocimiento de la persona, evitando que se creen relaciones directas entre determinados alimentos y estados de ánimo, que pueden desembocar en trastornos que comprometen nuestra salud seriamente.
El hecho de que un escolar tenga sobrepeso o sea muy delgadito/a, puede crear complejos que directamente resentirá su rendimiento escolar, entrando en juego el papel de la psiconutrición.
No es algo que cualquiera pueda abordar, y como hemos mencionado anteriormente, es un trabajo conjunto de la mano de nutricionistas y psicólogos.