Se le atribuye a las macrobiotas la regulación de nuestro sistema inmunitario, por lo que un desequilibrio en la microbiota podría producir enfermedades de tipo inmunitario como alergias, asma o inflamación intestinal.Cada persona tiene una microbiota diferente. Esta se adapta al entorno en el que vive y a los nutrientes de los que dispone, así que se puede decir que varía en función de la dieta de cada persona, de su estilo de vida y hábitos.
Algunas bacterias de la microbiota intestinal tienen enzimas capaces de actuar sobre carbohidratos, que no pueden ser procesados de otra manera. Este es el caso de la fibra alimentaria insoluble, que sufre un proceso de fermentación y da lugar a productos como los ácidos grasos de cadena corta. Estos tienen un efecto beneficioso sobre los azúcares y el colesterol de nuestro organismo.
Los probióticos son entonces alimentos que contienen organismos vivos, activos a nivel intestinal e importantes para descomponer completamente nuestros alimentos y prepararlos para su completa absorción. Por lo tanto, podemos hablar de las diferencias y de la conexión entre las enzimas digestivas y la microbiota. Y es que se diferencian principalmente por su composición, los enzimas digestivos se componen de enzimas, estructuras proteicas, y los probióticos de bacterias.
Los enzimas digestivas contienen amilasa, proteasa y lipasa, cada una de estas se encargan de descomponer las diferentes partes de los alimentos. Este proceso mejora la digestión y reduce el riesgo de reacciones alérgicas. El resultado viaja a través del intestino alcanzando la microbiota intestinal que se encarga de descomponer completamente el alimento en sus bloques básicos de construcción, haciendo más fácil su absorción además de mantener el equilibrio del sistema inmunitario.