¿Qué es la dieta Paleo?
Son muchas las personas que pueden encontrar sentido a la dieta Paleo desde un punto de vista lógico: los humanos somos animales diseñados genéticamente para tomar alimentos que se encuentren en la naturaleza, y no para tener teléfono móvil, desplazarnos en tren o tomar un té con caviar de frutas.
Sin embargo, como en todas las dietas tendencia, hay aspectos que mencionar, aunque no solo perjudiciales:
- La base de la dieta han de ser las verduras. Cada vez son más los estudios científicos que confirman como errónea la pirámide alimentaria con base de alimentos hidrocarbonados (arroz, pan, patatas, pasta, cereales…). Las verduras tienen efectos muy beneficiosos para la salud por su contenido en fibra, vitaminas y minerales, y además palian los posibles efectos negativos de otros alimentos al consumirlas juntas (por ejemplo, el aumento del colesterol de la grasa animal).
- Favorecer el consumo de frutos secos. Sus propiedades en cuanto a contenido de fibra, minerales y calidad de su grasa y proteínas son geniales. Pese a su densidad energética, gracias a ésta composición implican un menor almacenamiento en forma de grasa en el cuerpo que otros alimentos que aporten la misma energía (por ejemplo, alimentos azucarados).
- Reducir el consumo de alimentos procesados y alcohol. No hace falta decir el gran impacto mundial que tienen los productos como la comida rápida, dulces y refrescos. Son los grandes responsables de la prevalencia de sobrepeso y obesidad (junto a todas las enfermedades asociadas, como la diabetes) en países occidentales.
- Consumo de fruta. Ésta dieta antepone el consumo de alimentos proteicos (carne, pescado y huevo) al de la fruta. La frutas (quizás alguna excepción como el coco) son de consumo diario recomendado en una dieta equilibrada, con propiedades equivalentes a la verduras y, por tanto, han de ser consumidas con igual frecuencia que éstas.
- No contempla el consumo de lácteos, ya que entonces no se criaban animales con tal fin no se conocían las técnicas para obtener estos productos.
- Consumo de alimentos proteicos. Pese a que son necesarios o difíciles de sustituir en una dieta sana (por ejemplo, aportan proteínas de alta calidad y hierro), no conviene consumirlos en exceso. Por un lado, consumirlos más de lo necesario desencadenan problemas de salud como insuficiencia renal o aumento de riesgo de cáncer de colon. Además, su producción excesiva desencadena problemas medioambientales de contaminación global. Su consumo como en los países occidentales sería inviable en todo el mundo, puesto que la energía necesaria para producir alimentos de origen animal es unas 10 veces mayor que la implicada en producir alimentos de origen animal.
- No contempla el consumo de de granos y de cualquier alimento a base de éste (pasta, arroz, cereales…) y de legumbres, lo que limita el consumo de minerales y vitaminas que obtenemos a partir de éstos. Además, limita el consumo de hidratos de carbono, pudiendo producir en algunas personas irritabilidad, fatiga… Sobre todo si pasamos de llevar una alimentación “normal”, en la que la base de la energía consumida es a partir de de este tipo de comida.
- Al obtener energía a través de la oxidación de las grasas, se producen un estado llamado cetogénico, que puede no sentar muy bien a ciertas personas y resultando dañino. Como apuntábamos en el punto anterior, sobre todo si se pasa de golpe a este tipo de alimentación.
Sobre este tipo de alimentación particular, hay diferentes tipo de opiniones y estudios. Lo que está claro es que no podemos pasar de una alimentación actual a como lo hacían en tiempos ancestrales de la noche a la mañana. La época que nos ha tocado vivir nos ofrece la posibilidad de ingerir gran variedad de alimentos saludables, además de que el estilo de vida es totalmente diferente y debemos adaptar nuestra alimentación a ella. Siempre dando prioridad a alimentos frescos y no procesados.