Empecemos por definir qué es un probiótico: cualquier producto que se considere probiótico debe contener en su composición bacterias vivas. Es decir, microorganismos que cuando llegan al intestino siguen vivos y activos, formando parte de nuestra flora intestinal. De esta forma ayudan a fortalecer el sistema inmunológico y regulan el equilibrio intestinal1.
El yogur de soja está fermentado por bacterias que viven en nuestro intestino delgado y ayudan en los procesos de digestión (Lactobacillus bulgaricus y Streptococcus thermophilus) por tanto, al consumirlos, parte de ellos quedan en nuestro cuerpo llegando a formar parte de nuestra flora intestinal normal.
La toma de estos productos siempre que sean naturales, sin azucarar ni edulcorados, van a ayudarnos a mantener nuestra salud intestinal, disminuyendo molestias y aportando nutrientes interesantes como proteínas y grasas saludables.
Podemos añadirlos en nuestro día a día, tanto en desayunos y tentempiés junto a frutas y cereales, como los copos de avena que los hacen más saciantes, como en platos formando parte de salsas ligeras y muy ricas.
Así que sí, un yogur de soja puede considerarse un probiótico interesante para introducir en nuestra dieta habitual2.
Fuentes:
1 Organización Mundia de la Salud. OMS. Consulta de Expertos de la FAO/OMS sobre la Evaluación de las Propiedades Saludables y Nutricionales y Nutriionales en Alimentos, incluida la Leche en Polvo con Bacterias Vivas del Ácido Láctico. Probióticos en los alimentos. Propiedades saludables y nutricionales y directrices para la evaluación. Estudio FAO Alimentación y salud, 85, 2001 [citaldo el 27 de agosto de 2020]. Disponible en: http://www.fao.org/3/a-a0512s.pdf
2 Fernandez-Escobedo, A, Sociedad Española de Nutrición Comunitaria. RENC [Internet]. Caractísticas de la soja como alimento. Soja y Salud. Spanish Journal of Community Nutrition, Vol. 18 Supl. 2; 2012 [citado el 27 de agosto de 2020]. Disponible en: http://www.renc.es/imagenes/noticias/RENC%202012%20SUPL%202.pdf